lunes, 22 de marzo de 2010

domingo, 13 de diciembre de 2009

ÉTICA, ESTÉTICA


En un mundo extraño, como este mundo, suceden cosas extrañas. Hace unos días, por ejemplo, un espectador denunció a un músico de jazz por no tocar jazz. Al menos, esta es la conclusión a la que llegó el citado espectador ante la música de Larry Ochs y su grupo, Rova Quartet, en el transcurso de su concierto en el V Festival de Jazz de Sigüenza. El espectador, indignado, justificó su actitud alegando que la música del saxofonista no era jazz sino “música contemporánea”, genero que el denunciante tiene “contraindicado psicológicamente”. No es broma. Para complicar aún más las cosas, uno de los dos números de la Guardia Civil, que se presentaron en el concierto, llegó a una conclusión coincidente con la del denunciante. Y, claro, Larry Ochs no salía de su asombro. “Yo creía haberlo visto todo –declaró Larry-, pero es obvio que estaba equivocado”. Jazz, o “música contemporánea”, la cuestión es un ejemplo más de las complejas discusiones sobre las distintas opciones estéticas (y éticas). Porque imagino que Larry estará convencido de que hace bien su trabajo, de que toca buen jazz, de que es bueno en lo suyo. Y que el denunciante, por su parte, estará convencido de que obró correctamente, de que hizo lo que debía, de que su opción era la buena. Ambas perspectivas, como en la descripción de Wittgenstein, en la Investigaciones Filosóficas, se superponen y dejan una imagen paradójica y borrosa. “Y si aún llevamos más lejos la comparación –escribió Wittgenstein-, está claro que el grado en el que la figura nítida puede asemejarse a la borrosa depende del grado de borrosidad de la segunda: Pues imagínate que debes dibujar una figura nítida correspondiente a una borrosa. En esta hay un rectángulo rojo difuso; tú pones en su lugar uno nítido. Ciertamente se pueden trazar muchos de esos rectángulos nítidos que corresponden a los difusos. -Pero si en el original los colores se entremezclan sin indicio alguno de su límite -¿no se convertirá en una tarea desesperada trazar una figura nítida que corresponda a la confusa? ¿No tendrás entonces que decir: Aquí yo podría igualmente bien haber trazado un círculo que un rectángulo o una forma de corazón; pues todos los colores se entremezclan. Vale todo y vale nada. -Y en esta posición se encuentra, por ejemplo, quien en ética o en estética busca definiciones que correspondan a nuestros conceptos. Pregúntate siempre ante esta dificultad: ¿Cómo hemos aprendido el significado de esta palabra (‘bueno’, por ejemplo)? ¿A partir de qué ejemplos; en qué juegos de lenguaje? Verás entonces fácilmente que la palabra ha de tener una familia de significados”. Y es que, en un mundo extraño, como este mundo, suceden cosas muy extrañas.

domingo, 6 de diciembre de 2009

M.


“Hay una mariposa Monarca muerta en la acera de Ozona. La brisa se la lleva de acá para allá. Durante todo el día han estado estrellándose contra mi parabrisas, dejando salpicaduras rosadas y doradas en el cristal. He visto a una de ellas que caía a plomo desde el cielo y chocaba contra el asfalto de la Highway 10 East. Debe de ser la época del año en la que tienen que morir”.

Sam Shepard
Crónicas de motel

jueves, 3 de diciembre de 2009

WILCO


Algunos calambres mentales son provocados por los cambios climáticos o por los excesos de la topografía. Es el medio ambiente, que se rebela, pero también el eterno retorno de lo mismo: el riesgo de las interpretaciones, el miedo a las repeticiones, el sabor de los cigarrillos. El frío crepuscular ahoga a un pájaro ciego mientras contemplas, absorto, el arte incomprensible de las manos en los bolsillos, de las viejas autopistas, y de los callejones infinitos. Y el abandono de las palabras sin sentido, que no se corresponden con la vida, te hace buscar en un espejo roto o en un cajón vacío. Cuando la conversación es privada todo se vuelve más difícil. Humildemente, no tengo nada que decir al respecto, aunque esto es lo que escucho, esto es lo que hago, esto es lo que pienso. Ahora, el silencio deja paso a la maquinaria del ruido (un excelente título). Y a Jeff Tweedy, en ocasiones, le duele la cabeza. “A algunos –escribió Wittgenstein- la música les parece un arte primitivo por sus pocos tonos y ritmos. Pero sólo su superficie es sencilla, en tanto que el cuerpo que posibilita la interpretación de ese contenido manifiesto posee toda la complejidad infinita que se nos indica en lo externo de las otras artes y que la música calla. En cierto sentido es la más refinada de todas las artes”. Y también: “Entender una oración del lenguaje se parece mucho más de lo que se cree a entender un tema en música. Pero con ello quiero decir lo siguiente: que entender una oración lingüística se acerca más de lo que se cree a lo que usualmente se llama entender un tema musical. ¿Por qué tienen que desarrollarse justamente de esta manera la intensidad y el ritmo? Quisiéramos decir: ‘Porque sé lo que significa todo esto’. ¿Pero qué significa? No sabría decirlo. Para explicarlo podría compararlo con otra cosa que tuviera el mismo ritmo (quiero decir, el mismo desarrollo). (Decimos: ‘¿No ves? Es como si sacáramos una conclusión’, o bien: ‘Esto es como un paréntesis’, etc. ¿Cómo se justifican tales comparaciones? –Hay justificaciones de muy diversos tipos.)”. La lógica o la magia de la música. La lógica o la magia de la música según Tweedy: “Sencillamente, no la entiendo. He interiorizado muchos conocimientos, pero eso no significa que la entienda por completo. Y la parte que no entiendo es, seguramente, la más importante. Es ésa sobre la cual lo único que podemos hacer es guardar silencio. Ésa es justamente la razón por la que la música existe: no podemos explicarla con palabras”.

domingo, 15 de noviembre de 2009

LA PALABRA, LO INEFABLE


Es la tensión que apunta al límite. Es la intuición oscura que anuncia una presencia, una necesidad, un deseo. Avanzamos por el pasaje del silencio, pero lo hacemos con prisa, a la carrera, y lo dejamos atrás convencidos de que todo (o casi todo) puede y debe ser expresado. ¿Quién, y qué, o el qué, debería quedar fuera del límite, al otro lado, si somos nosotros precisamente los que damos vida, de una manera u otra, a lo que queda dentro, y nos da nombre, y a lo que queda fuera, y nos inquieta? Lo inefable es aquello que no puede ser expresado con palabras. ¿Cómo entonces? En la tensión que apunta al límite, podemos expresarlo todo: lo que pensamos, imaginamos; incluso lo que soñamos. Y seguro que intentaremos, llegado el caso, expresar lo inexpresable con palabras. Y será nuestra expresión lo más aproximada posible a lo expresado; y lo inefable se mostrara, desnudo, ante nosotros. Y quizás luego se oculte de nuevo, durante un tiempo. Y quizás regrese, con nosotros, al pasaje del silencio. Lo inefable, como bien sabía el primer Wittgenstein, quedaba justo al otro lado del límite. Y sobre ello, paradójicamente, sobre lo más importante, no nos dejaba otra salida que el silencio. “De lo que no se puede hablar –escribió Wittgenstein- hay que callar”. Pero, en verdad, ¿cuándo calló Wittgenstein en su tarea de mostrarnos aquello que, precisamente, no debía de ser nombrado con palabras? Lo que no podía ser expresado con palabras, se expresaba, curiosamente, con ellas (ya desde el propio prólogo del Tractatus). Y nosotros entendíamos perfectamente el mensaje. Y lo inefable permanecía inalterable, aunque mucho más familiar, mucho más cercano. A su manera poética, así lo expresa Jaime Siles en su poema Conversación con Wittgenstein: “¿Qué es lo expresado? Esto: lo inexpresable. Porque lo inexplicable es lo único que nosotros podemos expresar. Lo demás, como sabe muy bien, sólo es lenguaje”. Y es que, quizás, el lugar apropiado para lo inefable sea el arte. “El juego de lo inefable”, como lo definió un día el artista conceptual Joseph Kosuth. Por ejemplo, 4’33’’, de John Cage, sería una descripción posible del silencio que, en ocasiones, asociamos a lo inefable. Pero el poeta, mientras tanto, prepara su corazón a manera de una página en blanco donde la divina sabiduría formará los caracteres que traspasarán el límite. Y seguro que intentaremos, llegado el caso, expresar lo inexpresable con palabras. Y será nuestra expresión lo más aproximada posible a lo expresado; y lo inefable se mostrara, desnudo, ante nosotros. El gran maestro murciano Ibn Arabi, desde la mística sufi, lo expresó, ciertamente, de esta manera: “No calla quien calla, solamente calla quien no calla”.

domingo, 8 de noviembre de 2009

CARTOGRAFÍAS


Lo primero fue desempolvar la vieja metáfora del explorador para dar cuenta de una imagen o un concepto a tener siempre en cuenta: “Imagínate que llegas como explorador a un país desconocido con un lenguaje que te es completamente extraño. ¿Bajo qué circunstancias dirías que la gente de allí da ordenes, entiende órdenes, obedece, se rebela contra órdenes, etcétera? El modo de actuar humano común es el sistema de referencia por medio del cual interpretamos un lenguaje extraño (IF I, 206)”. De acuerdo que, el primer viaje, quizás el más importante, es un viaje interior, un viaje íntimo, secreto; pero ya podía explicarle a Atxaga que el explorador se encontraba ahora en un excelente estado de ánimo; y que aquel metro cuadrado de tristeza que todos ocupamos en determinadas circunstancias era en este momento un espacio de concentración y de calma; y que podía decirse, sin temor a equivocaciones, que las cosas habían cambiado de manera concluyente. El explorador se observaba y luego salía al exterior, a tomar el aire fresco, con su cuaderno de notas y la energía del conocer intacta. Y hacía los viajes y traslados que consideraba oportunos en busca de ejemplos o en busca de las reglas que utilizan otros exploradores. Exploradores que quizás hicieron su primer viaje interior, íntimo, secreto; pero que un buen día decidieron salir al exterior y compartir su experiencia con los demás exploradores. El resultado de los trabajos era una cartografía completa de la condición humana: “testimonios de hombres y mujeres concretas, cuya vida concreta –en tiempos y lugares no menos concretos- otros hombres y mujeres fueron a conocer de cerca. Seres humanos estudiando seres humanos, conociendo y dándose a conocer, recolectando tecnologías y sabidurías ajenas y lejanas, aprendiendo de gentes que siempre sabían más que quienes les estudiaban”. Y el conjunto nos mostraba el sentido de esos días irrecuperables posándose como una bandada de pájaros imaginarios. Y todo ello nos dejaba en compañía de la sabiduría infinita y de la duda cotidiana, de la extraña sencillez del día a día y de la magnífica familiaridad de lo exótico. A algunos de estos exploradores se les reconoce como “antropólogos”. Claude Lévi-Strauss era uno de ellos. De acuerdo que, el primer viaje, quizás el más importante, es un viaje interior, un viaje íntimo, secreto; pero luego se sale al exterior, a tomar el aire fresco, y el mundo se muestra al descubierto. Y se viaja en sus sendas con la eterna sensación de lo infinito. Y se descubre el sonido de la música exacta del tiempo. Y se desvelan ejemplos, paisajes, preguntas y reglas. Y se comparten caricias, poemas, miradas y espejos.

domingo, 25 de octubre de 2009

CARRETERA DEL TRUENO


Algunas canciones son como relámpagos ciegos. Algunas canciones son como anillos del tiempo que giran alrededor del cuerpo; como serpientes de memoria que se enroscan con una fuerza endiablada, asfixiándonos; como osos de los bosques que nos abrazan, tercamente, hasta perder la conciencia; como sombras voladoras que surcan por encima de nuestras cabezas, y que viajan con nosotros, de un lado a otro, y que nos persiguen obstinadas en los sueños, y en la vigilia, y en los tensos arrebatos de la huída. Cuando se habla de canciones se habla de encuentros, de aniversarios, de eternidades, y de objetos que permanecen con la extraña habilidad de la insistencia. “Puedes esconderte debajo de las mantas –escribe Springsteen en Thunder Road- y estudiar tu dolor”. Pero... Sí, puedes esconderte si quieres, o cerrar los ojos con fuerza, más allá del horizonte; pero siempre regresan las canciones. “Recuerdo estar escuchado esta canción en 1975 –escribe Nick Hornby en 31 canciones- y que me encantaba; recuerdo estar escuchando esta canción y que me encantaba casi lo mismo hace muy poco, hace unos pocos meses”. Thunder Road. Carretera del Trueno. “Pero en esta canción hay algo más –añade June Skinner Sawyer en Más duro que los demás-, cuando las notas lastimeras de una armónica abren la canción. ¿Cuál es el destino de ‘Thunder Road’? La tierra prometida, donde quiera que esté. ¿Se trata de un lugar físico? ¿O es producto de la imaginación? Springsteen no lo dice. Todo lo que sabemos es que está en alguna parte, en otro lugar. Y son estos sueños, que están en otro lugar, los que motivan a sus personajes y les permiten creer que quizá existe un lugar mejor. Ahí afuera. En alguna parte”. Porque algunas canciones son carreteras del odio, pero también motivo de esperanza. Porque algunas canciones sólo nos muestran la incógnita, ahora más nuestra que nunca, y viajan con nosotros, y nos persiguen; pero también nos protegen y nos nombran. “Puede ser que la razón por la que ‘Thunder Road’ se mantiene para mí –concluye Hornby- es que, a pesar de su energía y volumen y coches veloces y cabellos, consigue de algún modo sonar a elegía, y cuanto más viejo me hago más puedo escucharla. Y si es cuestión de eso, supongo que yo también creo que la vida es algo trascendental y triste pero que no destruye toda esperanza, y puede que esto me convierta en un depresivo que exagera su papel o puede que en un idiota feliz, pero en cualquier caso ‘Thunder Road’ sabe cómo me siento y quién soy, y eso, en definitiva, es uno de los consuelos del arte”.