Me escribe Magda, desde Veracruz, México. Y, como no son buenas noticias (a estas alturas, todos sabemos qué está ocurriendo en México), me obliga a enfrentar la reflexión con el mundo cotidiano de los hechos, de las implicaciones, de las sospechas, de los sentimientos y de los miedos humanos; me obliga a mirar al mundo, cara a cara, en esta actualidad extraña de pandemia, máscaras protectoras, intereses económicos y datos científicos. ¿Ontología de la actualidad? ¡Quién sabe! El mundo es como una esfera extraordinaria, insólita, donde la extrañeza se muestra como una amenaza, y donde salvar la piel, un día –como escribe Carlos Marzal, el poeta, en Los países nocturnos-, es un milagro. El número de muertos, o infectados, en la gélida y estúpida estadística, dibuja con las cifras de lo exacto el signo informativo de las horas. Felipe Calderón, el presidente, pide a los ciudadanos no salir de casa durante cinco días. Y algunos mexicanos, obligados a elegir entre el exilio universal o la rebelión cósmica, acaban convencidos de que la peste del terror apocalíptico y de la inmovilidad, que la peste de la estupidez humana, es mucho más peligrosa que la peste vírica. Aunque, a estas alturas, quizás ya debería yo haber formulado la primera pregunta; pero la cuestión se me antoja tan oscura que, en principio, no consigo encontrar la pregunta correcta. La anatomía del virus, por ejemplo, genoma del H1N1, me informa de lo siguiente: “los virus de la gripe tienen sus 11 genes repartidos en 8 fragmentos, lo que facilita su variabilidad cuando dos virus infectan una misma célula. El virus H1N1 del brote mexicano es el más complejo estudiado hasta ahora por los científicos”. Y en el Editorial de un medio de formación de masas leo también lo siguiente: “Alerta muy seria, sí. Alarma teñida de dramatismo, no”. Esta es la advertencia de la Organización Mundial de la Salud a los Gobiernos. Y es a partir de aquí, de este concepto, donde la primera pregunta, indiscreta, acierta a expresar una duda: ¿Qué significado posible tiene que estemos, en este preciso momento, en estado de alerta? ¿Qué significa buscar significados más allá de lo que todos, en condiciones normales, damos por suficiente? ¿Por qué tenemos la sensación, en ocasiones, de estar en continuo peligro, o amenazados, o en estado de alerta? Al parecer, según cierta visión del mundo (Mike Davis, The Guardian), el monstruoso poder de la industria ganadera sería el responsable de la gripe porcina. En el cieno fecal de una gorrinera industrial, en las instalaciones de la filial de una importante transnacional, en Veracruz, precisamente, estaría el epicentro del problema. Y esta denuncia nos advierte, además, ante la posibilidad de que los árboles (o el espectáculo) nos impidan ver el bosque; porque lo más importante sería el bosque, es decir: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada. Pero volvamos de nuevo a las preguntas. ¿Quién se beneficia, al fin y al cabo, de nuestra desinformación, de nuestro miedo, de nuestra indiferencia? Naomi Klein, en La doctrina del sock, también nos ofrece su visión alarmante del mundo. “Este libro –señala la canadiense- es un desafío a la afirmación central y más valorada en la historia oficial: que el triunfo del capitalismo desregulado nació de la libertad, y que los mercados libres irrestrictos van mano en mano con la democracia. En su lugar, mostraré que esta forma fundamentalista de capitalismo ha sido consistentemente traída a la vida por las formas más brutales de coerción, infligidas al cuerpo político colectivo, así como a innumerables cuerpos individuales”. La visión de Naomi Klein, esa hipótesis en forma de venenosa metáfora, descubre los materiales ocultos que van construyendo nuestra historia. Y esta esfera especial, insólita, donde todo lo extraño acaba teniendo un nombre, y toda la extrañeza su elemental concepto, comienza a girar de manera descontrolada, se alborota, y comienza a girar con fuerza. Las sociedades modernas –según Naomi Klein-, son sometidas a verdaderos electroshocks que permiten ablandarlas y someterlas a la aplicación de políticas neoliberales sin anestesia. La idea es que una matanza, un desastre natural, o cualquier hecho que provoque una conmoción importante abre paso a la posibilidad que ciertas políticas neoliberales ponen como condición para que se aplique la política del shock a una sociedad domesticada por el terror y el miedo. “La doctrina del choque, como todas las doctrinas –afirma Klein-, es una filosofía de poder, una filosofía sobre cómo lograr sus propios objetivos políticos y económicos”. La cuestión sería la siguiente: ante una crisis, un desastre, o un choque imprevisto, la sociedad entera se ablanda, se disloca; y la gente, entonces, se desorienta. Al final, se abre una ventana, exactamente como la ventana en la cámara de un interrogatorio. Y en esa ventana, se puede introducir lo que los economistas llaman la “terapia de choque económico”. “Es una especie –concluye Klein- de extrema cirugía de países enteros”. Y, llegados a este punto, observadas con detalle las diferentes metáforas, y las distintas versiones o modelos de extrañeza, ya dispongo de ciertas respuestas, aunque nunca olvido que una respuesta a una cuestión filosófica fácilmente puede resultar incorrecta; no así su liquidación mediante otra pregunta. La escritora mexicana Vivian Abenshushan, por ejemplo, propone ésta: “¿Y entonces de qué sirvió que Duchesne descubriera hace más de un siglo la penicilina?”. Y Vivian Abenshushan contesta: “de nada sirve frente a las alergias provocadas por las condiciones ambientales de la sociedad industrial; de nada sirve si las bacterias se ríen de la penicilina cada vez que se la inyectan a un cerdo enfermo por hacinamiento”. La economía del desgaste biológico se expresa, finalmente, en esa sobredosis de antibióticos y hormonas inyectadas en las venas de animales hacinados, descabezados, en los campos de concentración de las granjas agrícolas. ¿Ontología de la actualidad? ¡Quién sabe! La vida es como un cruce de caminos, inquietante, donde aprendemos las palabras, y las cosas, que dan sentido a la vida. El mundo es esta esfera cotidiana, misteriosa, donde lo extraño se muestra como una amenaza, y donde salvar la piel, un día, es un milagro.
domingo, 3 de mayo de 2009
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4 comentarios:
Excelente
Aprovecho este cruce de caminos para compartir con quienes lo transitáis mi desconcierto --no exento de vergüenza por vivir en una sociedad con las prioridades disparatadas que tiene la sociedad en la que vivo-- al enterarme ayer en un telediario de la situación en África, en relación con la epidemia de meningitis que está asolando el área subsahariana del "continente ignorado"... Parece que esto, cerca de 2000 fallecidos en lo que va de año y decenas de miles que han sufrido una enfermedad que puede dejar graves secuelas (y para la que existe vacuna), no es relevante para nuestros noticiarios; se menciona como de pasada junto a lo que sí se considera noticia, o al menos "un dato curioso": que en África no están apareciendo casos de afectados por "la gripe A (N1H1)". Si lo ocurrido en Méjico no pudiese afectarnos, "infectarnos", ¿le importaría a alguien? ¿se nos informaría de ello? No sé si es más grave la amenaza de una pandemia de gripe o que pueda llegar a extenderse por todo el planeta una completa indiferencia hacia todo aquello que no afecte directamente al "bienestar" de cada cual. La indolencia internacional hacia lo que ocurre en África, sean epidemias, guerras atroces o abusos políticos, es sólo un síntoma de que puede estar en peligro, más allá de la salud física, la salud moral: nuestra propia humanidad.
[leer más sobre la epidemia de meningitis en África]
Hola soy blochiana, veo que sigues teniendo siempre cosas que decir, y me parece fantástico...
Te dejo yo algo sobre lo que hablamos recientemente. Un saludo.
http://eldiariodelachina.blogspot.com/
Anónimo 1: gracias, pero lo excelente, de estar en algún sitio, está en los artículos que reseño y comento, yo no aporto mucho, pero bueno, de todas formas, muchas gracias.
Anónimo 2: En general, desconfío del dato que informa que en África no están apareciendo casos de afectados por la "gripe A". Entiendo que África, ya, a estas alturas, casi no existe, y que allí se han llevado a cabo "doctrinas de choque" tan poderosas que ya ni resulta posible seguir aplicando "terapias de choque económico". Y, sí, nos olvidamos de África a menudo, nos olvidamos de muchas cosas.
Un saludo.
Blochiana: celebro que también escribas en internet. He pasado por el blog y te he dejado un pequeño comentario. Ya hablaremos con más calma del tema.
Un abrazo.
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